¿Se hace camino al andar?

Escrita por : Maria Amelia Bulhoes

La caminata como forma de expresión artística.
El arte ha buscado, en la modernidad, crear un campo de autonomía, libertándose de las tareas de representación y de su sumisión a los contenidos religiosos o políticos. Sin embargo, la excepcionalidad de la obra de arte y la sacralidad de los museos parecen haber, a lo largo del tiempo, alejado del público común, o negado a él, ciertas vivencias estéticas que podrían hacer parte de sus vidas cotidianas. Esa condición de distanciamiento del público y de la vida real inquieta algunos artistas en muchos momentos y en muchos lugares. Las vanguardias, en diferentes regiones del mundo, a partir de los modelos de inquietudes europeos, buscaron aproximar el arte de las experiencias de la vida diaria de las más diferentes formas. La necesidad de aproximación a un público más amplio pasó a ser objeto de las inquietudes de los artistas, principalmente con la expansión del consumo cultural – que en Europa se dio en el siglo XIX, y en Brasil, en el siglo XX. Inúmeras formas de tornar el arte menos distante y circunscrita a los espacios de los museos fueron propuestas, y muchas experiencias se desarrollaron.
Entre esas formas, el desplazamiento físico, en los ambientes urbanos o naturales, surgió como un medio de explorar sensitivamente el mundo y descubrir cómo la presencia del cuerpo en movimiento en el espacio podría ser fuente de una vivencia poética muy fuerte. Esas experimentaciones de derivas se inauguraron con los dadaístas (sus derivas eran aleatorias), se consolidaron con los situacionistas (sus caminatas eran más objetivas y funcionales) y se fueron desarrollando como procesos artísticos individuales en la contemporaneidad.
Incluso en el ambiente virtual de la internet, artistas como Daniel Belasco realizan caminatas como parte de sus proyectos creativos, y utilizando GPS construyen diseños que documentan y dejan los vestigios visuales de esos desplazamientos.
La tendencia del arte de cuestionar el sistema ritualístico y el objeto de arte dio origen a muchas experiencias en el sentido de asumir el caminar como proceso creativo y como modo de conocer, vivenciar y dejar su testimonio. En el ámbito de esas experimentaciones está la muestra “Walking/Caminar”, expuesta en San Pablo, en el Paço das Artes. De acuerdo con el curador Giorgio Ronna, la exposición surgió de la lectura de algunos autores que desarrollan reflexiones sobre el acto de caminar: Henry David Thoureau (Caminar), Jean-Jacques Rousseau (Ensoñaciones de un caminante solitario), Walter Benjamin (E flanêur) e João do Rio (El ama encantadora de las calles). Hay que destacar que abundante bibliografía sobre este tema, tanto en la literatura como en el campo de las artes visuales, se desarrolló a partir de la modernidad, y puede ser buscada por quienes se interesen.
En la muestra “Walking” están articulados los trabajos de cinco artistas que encontraron en la caminata un elemento fundamental de sus procesos de trabajo. Brígida Baltar desarrolla un proyecto que la aproxima de las tendencias surrealistas, al caminar intentando captar la niebla en un frasco. Un vídeo y algunas fotos de su imposible tarea documentan esa experiencia onírica de adentrar en la bruma y en ella casi desaparecer.
Brígida Baltar. A coleta da neblina
Brígida Baltar. A coleta da neblina
En otro proceso, Marina Camargo anda por un camino montañoso en los Alpes, con el intento de acaparar el paisaje, recortando en una hoja de papel las siluetas de las montañas a partir de algunos puntos de observación. Enseguida, sobrepone las tarjetas recortadas a los contornos de la irregular topografía, dejando percibir cómo la representación es falla e incompleta. Es como si la artista estuviera tratando de captar en el papel aquel paisaje que va descubriendo al caminar, para de ella se apropiar poéticamente en una vídeo-instalación que documenta esa forma de vivenciar el paisaje.
Marina Camargo
Marina Camargo
La intervención de Lia Chaia es en el paisaje urbano: ella va dibujando su recorrido por la ciudad de Paris al aplicar balones coloreados en las estructuras de hierro que se distribuyen en las veredas por la ciudad. Las fotos del proyecto “Globo Celeste” permanecen como memoria de este recorrido, documentando su pasaje y su acción poética. Un cuerpo invisible cuyos rastros coloreados distribuidos en la escena fría del paisaje establecen una otra lectura de la realidad.
Globo celeste
Globo celeste
También urbanas son las caminatas que realizan Marion Velasco y Christa Ziegler, siendo que, para ellas, el tiempo funciona como parte del proceso de captación de las imágenes. Marion, en el serial “Erragem/Vagar”, indaga sobre las relaciones del cuerpo con la ciudad, tomando la arquitectura como vestidura. Ella permanece horas en la confusión de la región central para fotografiar una persona que se esconde sentada bajo una frazada. Ella ve aquél que no quiere ser visto, y que incluso envuelto por el torbellino de los sonidos y del movimiento en su alrededor, parece ajeno a todo. Sentada, la figura parece hablar de la necesidad de buscar un espacio personal en la impersonalidad de la gran ciudad. Acompaña esta imagen fotográfica la grabación, hecha por la artista, de los ruidos de la calle, que se ofrece al espectador en dos audiófonos, uno con sonido bien alto y estridente, otro casi inaudible, como si los mismos sonidos pudieran ser oídos de formas diferenciadas por los transeúntes.
Marion Velasco. Erragem
Marion Velasco. Erragem
Christa Ziegler ha recorrido a pie decenas de ciudades por todo el mundo con una cámara de medio formato, procurando preservar la naturalidad con que los transeúntes se manifiestan en el espacio urbano. Ella hace de su recorrido una forma de documentación de las proximidades y de los alejamientos que las ciudades propician. Las imágenes, en negro y blanco, en baja resolución, parecen suspender el tiempo. Instaladas en conjuntos de cuatro, ellas muestran cómo la artista fue construyendo su mirada de viajante, cómo fue encontrando las significaciones en cada ciudad visitada. Los nombres de las ciudades – Delhi, Hong Kong, Los Ángeles… – puestos junto a cada conjunto de imágenes proyectado, permiten que el visitante acompañe el recorrido de la artista, percibiendo la red de interrelaciones que emerge de la combinación de esos fragmentos, en una especie de narrativa a un tiempo documental y ficcional.
Christa Ziegler – Cidades
Christa Ziegler – Cidades
Esas diferentes formas de pensar y elaborar poéticamente las caminatas confieren unidad al conjunto de los trabajos presentados, y ofrecen al espectador una posibilidad de pensar sus propias experiencias diarias de desplazamiento, más allá de un ir y venir mecánico y alienado. Tal vez sea esa una de las contribuciones del arte hoy: hacer pensar y ofrecer medios de reelaborar el cotidiano. Al final, como ya decía el poeta, “se hace camino al andar”.
Sobre María Amelia Bulhoes
Maria Amelia Bulhões es docente, crítica y curadora brasilera. Graduada em Historia pela Universidade Federal do Rio Grande do Sul (1973), mestrado em Historia pela Pontificia Universidade Catolica do Rio Grande do Sul (1983), doutorado em Historia Social pela Universidade de Sao Paulo (1990) e pos doutorado na Universidade de Paris I, Sorbonne (1997) e na Politecnica de Valencia (2008). Organizou e publicou diversos livros, colaborando regularmente com artigos em revistas nacionais e internacionais.
Atualmente  professor do corpo permanente do PPG em Artes Visuais da Universidade Federal do Rio Grande do Sul, atuando na area de Artes Visuais, com enfase em Historia,Teoria e Critica da Arte. Coordena o Grupo de Pesquisa “territorialidade e subjetividade”. Dedica-se principalmente aos seguintes temas: artes visuais contemporaneas, arte na America Latina e web arte. Atua como colunista no jornal Sul 21 e dirige o portal www.ig.art.br
Traductora: Maria Isabel de Castro Lima, Msc. en Literatura; profesora y traductora inglés y español en la Universidad del Sur de Santa Catarina – UNISUL, Brasil. Vive y trabaja en Florianópolis.



texto publicado en: http://arte.elpais.com.uy/se-hace-camino-al-andar




¿Es posible la deriva en la epoca de la geografia digital?

[Revista Bostezo]

DEC 28, 11



Esta semana foi publicado na  Bostezo – Revista de Arte y Pensamiento um artigo que escrevi com Juan Freire no final do primeiro semestre deste ano. Abaixo coloco cópia do artigo.
Karla Brunet / Universidade Federal da Bahia, Brasil
Juan Freire / Universidade da Coruña, España
2011-12-20
La geografía ha sido siempre una disciplina conflictiva, parte ciencia y técnica cartográfica, parte instrumento político. En la segunda mitad del siglo XX la geografía como representación de la subjetividad del territorio se relacionó con el mundo del arte y los movimientos alternativos de activismo político. Paradójicamente, el desarrollo y popularización de la tecnología digital han hecho comunes muchas de esas prácticas pero posiblemente con implicaciones políticas radicalmente contrarias.
La psicogeografía propuesta en los años cincuenta por el movimiento situacionista era una forma de explorar la ciudad, de hacer que las personas abandonasen sus caminos predilectos y sintieran el paisaje urbano desde otros puntos de vista. En este sentido, proponía perderse por la ciudad en relación a los otros y también a uno mismo, y de este modo encontrarse con nuevas situaciones, paisajes y vivencias sintiendo diferentes emociones al recrear un recorrido por lugares conocidos. La geografía del espacio urbano creada como forma de expresión artística ha quedado reflejada en diversas obras como, por ejemplo, en elPsychogeographic Map Of Venice (1957), de Ralph Rumney, donde el artista mezcla el collage de fotos, textos que crean una narrativa del lugar, un cuaderno de bitácora de la experiencia de la deriva con una estética similar a la de la fotonovela.
Hoy en día, los proyectos de cartografía artística trabajan de la misma forma que sus precursores del situacionismo pero utilizan herramientas más precisas. Lo que antes se realizaba con un cuaderno de notas y bolígrafo, ahora es realizado con grabadoras digitales, cámaras de fotos y video, dispositivos GPS, móviles o sensores fisiológicos. Los mapas contemporáneos intentan describir la experiencia de la deriva de una forma tan precisa que quizás están perdiendo el propio sentido del la deriva, al convertirse en un proceso cartesiano y controlado.
Diversos proyectos artísticos intentan hoy en día recuperar la noción de experimentar y sentir el lugar con la utilización de los medios digitales tanto para la captura del material subjetivo durante el recorrido como para la presentación de los resultados de estas experiencias, comúnmente mediante mapas online. Estos mapas varían desde representaciones de las subjetividades como los mapas emocionales de Christian Nold (1), a mapas más políticos y sociales como Map Kibera (2)o más lúdicos como Ecocaching(3). Aunque presentan enfoques distintos, el objetivo de estos proyectos es similar a la idea de explorar la ciudad de los situacionistas.
En paralelo al surgimiento de estas prácticas artísticas, el desarrollo de las ciudades occidentales y sus necesidades de gestión dan lugar en la segunda mitad del siglo XX a las décadas doradas de la planificación urbanística, como una disciplina jerarquizada en manos de políticos, gestores y técnicos. La participación ciudadana en el diseño y la toma de decisiones es cada vez menor y circunscrita a cuestiones más irrelevantes. Esta época sacraliza la zonificación de usos en las ciudades, el desarrollo de los suburbios y los centros comerciales. Como consecuencia aumentan de forma drástica las necesidades de movilidad. El automóvil, primero en Estados Unidos pero después en Europa, se configura como la solución principal para los desplazamientos y la ciudad se piensa para facilitar la movilidad de los coches y sus conductores. Como resultado, los espacios públicos se convierten en meras rutas de tránsito.
El vaciado de los centros urbanos alcanza su máxima disfuncionalidad en los ochenta y noventa del siglo XX, lo que genera voces críticas que reivindican la participación ciudadana en la gestión urbana, una forma de urbanismo ‘de abajo arriba’. En la década del 2000, la explosión de la tecnología digital se convierte en un apoyo inesperado a la reivindicación de los espacios públicos. Inicialmente, la revisión crítica del espacio urbano a través de la tecnología surge como una forma de experimentación artística con prácticas de locative media con dispositivos móviles y GPS. El arte sale de Internet y de los espacios de exhibición y llega a la calle, al espacio público. Las posibilidades de coordinación que posibilitan los móviles y la mensajería SMS da lugar a los flash mobs, inicialmente a medio camino entre el juego y el arte para convertirse en cierto momento en una forma de protesta política.
En los últimos años, los móviles se han convertido en dispositivos de gran capacidad de cómputo dotados de GPS y mapas digitales que llevan camino de convertirse en herramientas cotidianas en la vida de la gente. En estos momentos, otro viejo tema de la investigación tecnológica y artística, como es la realidad aumentada, se está convirtiendo en una realidad comercial posibilitando la hibridación del espacio físico y digital de forma que es común obtener información digital contextualizada a la localización geográfica del usuario. Por tanto, en estos momentos vivimos en un espacio público ‘aumentado’ en el que las realidades física y digital se combinan. Nuestro uso de las calles ya no puede entenderse sin la influencia de la información digital que consumimos y producimos casi en tiempo real.
En este sentido, la psicogeografía nació como una forma de perderse en el espacio urbano con respecto a uno mismo y/o con respecto a los otros, una exploración de la ciudad desprovista de objetivos a priori. El mapa, en lugar de ser un instrumento de navegación, se convertía en un cuaderno de viaje. La disponibilidad de cartografía digital en dispositivos móviles hace hoy en día casi imposible la práctica de ‘perderse en la ciudad’, pero puede permitir nuevas formas de coordinación colectiva en tiempo real, procesos de autonomía en cierto modo similares a los generados por la deriva clásica.
Como contraposición a este ‘no perderse’, proporcionado por las tecnologías de geolocalización que nos acompañan en el día a día, surgen proyectos artísticos que con una gran carga de ironía pretenden que, de algún modo, nos sigamos perdiendo. Es el caso de la aplicación Serendipitor (4) creada por Mark Shepard, en la que el usuario elije los puntos de inicio y destino y deja que la aplicación le proporcione rutas más o menos complejas para el recorrido. Es diferente a la deriva situacionista, dado que ahora seguimos una ruta por GPS para perdernos, podremos tomar fotos del camino y las publicamos en tiempo real en Internet compartiéndolas en nuestras redes sociales. O sea, nuestro perderse contemporáneo también se hizo cartesiano. ¿Podemos considerarlo una nueva ciberpsicogeografía o ya se alejó tanto de las ideas situacionistas que será mejor buscar otras nomenclaturas?

1) http://emotionalcartography.net/
(2) http://mapkibera.org/
(3) http://ecocaching.net/
(4) http://serendipitor.net/


Referencias
BRUNO, G. Atlas of emotion : journeys in art, architecture, and film. New York: Verso, 2002.
DEBORD, G. Introduction to a Critique of Urban Geography. v. 2008: Les Lèvres Nues #6, Nothingness.org, 1955.
Theory of the Dérive. v. 2008: Bureau of Public Secrets, 1958.
GOLDSMITH, S. & ELIZABETH, L. (eds.). What We See: Advancing the Observations of Jane Jacobs.Oakland, California: New Village Press, 2010.
PUTNAM, R.D. Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. New York: Simon & Schuster, 2000